Como cada año, hace un par de semanas asistí al Festival de cine de Donosti.
Y como cada año, vi unas 7 películas por día, algunas buenas, otras malas, unas tristes, otras curiosas...
Como siempre os digo, os hablaré de las que a mi personalmente, me gustaron, me tocaron, pero siempre desde mi punto de vista amateur, no soy ninguna profesional del medio. De las malas no voy a hablar.
Este año, he llorado mucho. Una de las primeras películas que ví fue Infancia Clandestina de Benjamín Ávila, casualmente coproducida por una productora que conozco y con quién he trabajado Antártida Produccións.
Me impresionó muchísimo. Narra la vida de una familia de activistas durante la dictadura argentina, vista desde los ojos de Juan, el niño de la familia. Siempre digo que a mi me gustan las películas que hablan de personas, y esta es una de ellas. Y no solo eso, sino que se trata de una película autobiográfica... Benjamín Ávila, presente en la sala, es el pequeño Juan. Y ahí estaba yo, viendo en la gran pantalla todo lo que había vivido, ese hombre que tenia sentado a unos metros...
La película me encantó, y parece ser que no fuí la única: la ovación del público duró muchos minutos, mientras Benjamín lloraba discretamente. Yo necesité unos cuantos pañuelos también... En estos últimos días, hemos sabido que este film es candidato al Oscar. Felicidades Benjamín, gracias por abrir tu corazón al mundo.
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